Libro de cuentos "La unidad secreta" prólogo de María Esther de Miguel

18.09.2023

Con este libro, Andrés Cáceres, escritor mendocino, se suma a la milenaria legión que, asociada a la empresa de inventar ficciones, propone sus propios sueños y aventa personales fantasmas enancados a la palabra convocante de la literatura.

Numerosos son los relatos de este libro y muchos son bellísimos. Unos breves, otros extensos, de excelente factura todos, cobijados, en su mayoría, por un hálito poético que denuncia al poeta de "Vértigo" y "Singladuras".

"La unidad secreta" se lee con deleite y se recuerda con agrado. Andrés Cáceres tiene una imaginación de audaz diseño, por momentos alegórica, que despliega en historias armadas con una libertad que, sin desdeñar estructuras, tampoco se ata a ellas, sino que se asienta sobre un elemento fundamentalísimo: el dominio de las palabras.

Empedernido trabajador de sus textos, rechaza con similar énfasis tanto el lugar común como los arrebatos retóricos o los excesos paródicos, pero para nada desdeña enfoques costumbristas o ramalazos de humor.

Reglada por cierta ponderable ascesis (que colabora con la brevedad de varios cuentos) y sostenida por evidente impulso estético, la escritura de Cáceres fluye atractiva y hasta estremecedora. Por lo demás, los inciertos límites entre lo que usualmente llamamos real e irreal, desaparecen en historias que conjugan lo cotidiano y lo ambiguo o, mejor, ese entramado complejo existencial en el cual se entrecruzan tensas líneas horizontales y verticales para dar nacimiento a nuevos territorios.

Excede las limitaciones de estas palabras el análisis de cada uno de los textos, pero no puedo dejar de señalar ciertos rasgos de algunas composiciones: la historia de "Tarot", que confirma una suerte inesperada, pronosticada por el ojo zahorí de doña Zarah. El perro que aguarda con su dentellada fatal para dar cuenta del ladrón a quien no salva ningún milagro bis. Los excesos domésticos de una desopilante familia en "Pájaro de cristal". El dramatismo de "Solución de continuidad", que aparece bajo una helada escritura que, por eso mismo, conmueve en mayor grado. En fin: el atractivo de las historias se multiplica en una variedad que permite el juego de la lectura y su disfrute, a esa otra mirada cómplice que se acerca a participar, es decir, a leerlas.

Narrador nada convencional, Andrés Cáceres, con este libro, subraya una vez más la percepción intensa que moviliza su imaginación y la factura precisa, la severidad en el tratamiento, de una escritura espejada en ficciones que, quizá por sobre todo, subrayan la vinculación amorosa del autor con la palabra, es decir, con la literatura.

María Esther de Miguel